El alcohol
La droga más consumida
El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso, lo que quiere decir que "enlentece el funcionamiento del cerebro", por esta razón, una persona bebida pierde los reflejos, siente que se relaja, pierde la vergüenza y con sobredosis puede llegar al coma etílico o la muerte.
Las razones por las que se consume pueden ser diversas, la principal es la cultura donde se utiliza el alcohol como forma normalizada de socializarse, divertirse, festejar... o para paliar el dolor, el miedo, la timidez o el nerviosismo. También se utiliza para evadirse de los problemas, de la soledad, para poder dormir, etc.
Los síntomas de una persona que tiene dependencia alcohólica son:
- Sufre tolerancia (bebe grandes cantidades sin embriagarse) y síndrome de abstinencia (nerviosismo, irritabilidad, malestar, nauseas...).
- El alcohol es tomado con frecuencia y/o en cantidades mayores o durante un periodo más largo de lo que inicialmente se pretendía.
- Sigue bebiendo pese a las consecuencias negativas a nivel físico, psíquico, familiar, laboral, etc.
- Disminución en la capacidad de controlarlo.
- Emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención, consumo o recuperación de los efectos del alcohol.
- Bebe como vía de escape ante las dificultades, o como herramienta para dormir, para ser más sociable, etc.
- Aprovecha eventos (como bodas o fiestas) para abusar del alcohol.
- Recibe reproches familiares por beber demasiado o con demasiada frecuencia.
- Decide dejarlo y no puede, recae y necesita ayuda.
Su consumo en España se inicia a los 12 ó 13 años, existiendo diferencias en el consumo, así como entre mujeres y hombres consumidores.
El consumo de alcohol tiene consecuencias negativas a largo plazo, puesto que provoca problemas personales, sociales y familiares, pero además también tiene secuelas en la salud, puesto que daña el sistema digestivo, el urinario y el reproductivo, daña el corazón y perjudica la tensión arterial y además produce cambios en el cerebro que provocan la pérdida de la atención, de la memoria y afectan al razonamiento. A corto plazo el abuso del alcohol se relaciona con conductas de riesgo (embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, accidentes de tráfico, laborales y domésticos, peleas y agresiones, etc.).
Mención especial merece el alcoholismo en la mujer, donde este problema, se agrava todavía más, debido a la represión socio moral que propicia esconder una enfermedad considerada propiamente masculina. El efecto de ocultar tal problema provoca un consumo intermitente y hace a la persona ingerir grandes cantidades de alcohol en breves periodos de tiempo, muchas veces dentro de casa y a solas, escondiendo botellas en los lugares más insospechados. El alcohol en la mujer produce un mayor efecto que en el hombre, debido a su constitución, e incrementa el riesgo de padecer cáncer de hígado, de boca, faringe, recto o mama incluso con un consumo bajo o moderado. Destacar que beber alcohol durante el embarazo, puede causar aborto espontáneo, muerte fetal y si nace, una variedad de discapacidades físicas, intelectuales y del comportamiento para toda la vida. Estas discapacidades se conocen como trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF).
Además, el alcohol puede ser la puerta de entrada a otras drogas, puesto que su consumo aumenta la probabilidad de tomar otras sustancias como la cocaína, la marihuana o de realizar conductas adictivas como el juego patológico. Muchas veces hay varias adicciones en una misma persona y una de ellas suele ser el alcohol.